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¿Qué es y cómo funciona la cadena láctea en la Argentina?

La Cadena Láctea es la suma de los actores económicos que exponen en el negocio lechero su capital y su capacidad de gestión, en forma exclusiva. La Cadena Láctea no incluye el comercio minorista, al menos en forma exclusiva, porque éste puede vivir sin leche, y porque no gravita en las decisiones de los actores; y tampoco incluye el Estado, el cual no se expone en la misma, si bien le interesa que haya leche. Estas características del comercio y del Estado no les impiden interferir en los procesos de la cadena.

Los productores y procesadores de la cadena tienen intereses comunes, y no pueden vivir el uno sin el otro. Este interés mutuo debería manifestarse por acciones que conducen a la prosperidad y el crecimiento. Sin embargo, en la Argentina esto no ocurre. La cadena láctea argentina se estanca - ni prospera, ni crece. Es una cadena, marcada todavía por el desconocimiento, la desconfianza y la frustración.

Los integrantes rara vez logran reunirse, para intercambiar racionalmente. Muchos productores suelen creer que los procesadores ejercen posición dominante, porque pagan la remisión de leche al mes vencido y con un precio determinado después; la visión es de procesadores que cultivan esta falta de transparencia, mezclada con un falso paternalismo; también, que en momentos de adversidad los procesadores no cuidan a sus remitentes cuando los mismos están perdiendo renta; en esta circunstancia se inicia otro ciclo volátil, que termina en falta de leche. También, se cree que hay operadores industriales que pueden llegar a cultivar el poder político en pos de decisiones intervinientes, como por ejemplo la imposición de retenciones a las exportaciones, para supuestamente cuidar al mercado interno.

Hay visiones distintas entre los 11.000 productores, algunos de los cuales vociferan sin acreditar representatividad; éstos llevan a posiciones endurecidas, las que impiden la generación de “una sola voz”. Los procesadores a su vez consideran a los productores como empresarios que no están sometidos al rigor comercial, de tener que vender su producción, sino que se escudan en la comodidad de remitir un producto que todos los días el camión retira. Protestan sin conocimiento de la realidad. Pueden tener deficiencias de higiene y calidad que producen reclamos en vez de corrección. Pero tal vez el inconveniente mayor es el recurso de la comercialización informal. Esta práctica, que en realidad origina en el comercio minorista, de almacenes y pizzerías, se generaliza entre las lácteas PyMEs y produce inconvenientes mayores en las empresas grandes (CIL). Un productor puede fácilmente retirarse de su relación comercial con una empresa láctea formal, huyendo a la PyME.

El Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA)

Es una entidad creada por resolución ministerial pero administrada por la FunPEL y financiada por productores e industriales.

El OCLA ha permitido grandes avances en la comprensión del negocio lechero. Suministra información, nacional e internacional, vital para los integrantes de la Cadena y así combate el desconocimiento. Entre sus informes, transmite estudios del IAPUCO (Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos), que modelizan unidades de producción y procesamiento de la leche y determinan resultados. Estos se expresan como grados de participación (los cuales como en todo mercado, son fluctuantes); pero además, permiten ver que en muchos periodos, no gana ninguno de los dos actores directos. Esta circunstancia, frecuente, se llama “destrucción de valor”. Origina en la intervención en los procesos de otros costos imposibles de evitar – los llamados “costos argentinos”. Los países en los que el negocio lechero ha crecido tienen todos cooperativas de procesamiento exitosas, que permiten conocer precios posibles para la leche cruda. Las cooperativas eficientes transmiten a sus socios el fruto de su gestión. Tristemente, la cooperativa SanCor nunca alcanzó ese status. Ni fue competitiva, ni trasladó el mejor precio del momento. .

FunPEL

La novedad, y la esperanza, de la Cadena Láctea es la creación de la FunPEL. Esta entidad, a partir del 2007 y los procesos del PEL2020, pudo generar una visión del Bien Común de la Cadena. En la FunPEL se reúnen los actores, más entidades de la investigación y el desarrollo, pero sin el Estado. De a poco, se alcanza a difundir una visión coherente:

UNA LECHERÍA COMPETITIVA, EN DESARROLLO PERMANENTE Y CON SUSTENTABILIDAD ECONÓMICA, SOCIAL Y AMBIENTAL, PARA ABASTECER A ARGENTINA Y EL MUNDO.
 

Cuando la FunPEL alcance el consenso necesario, o sea la representatividad compatible con el apoyo que va generando, se convertirá en un instituto de la lechería argentina. Esta no sólo podrá implementar políticas que fortalezcan la competitividad del sector, sino que actuará con la fuerza de su unanimidad, para impedir cualquier intervención del poder político.